16/2/14

Música de mañana




   La máquina de escribir es un pequeño piano de teclas redondas.

   Vendrán grandes "virtuosos" de la máquina de escribir.

   Serán gentes de largas melenas y de ojos melancólicos.

   En las noches de luna. Sonatas. Y nocturnos. Y gigas. Vibrarán las máquinas de escribir.

   Y su ritmo -bajo las estrellas- nos llenará el alma de deseos y de recuerdos.



De Suenan Timbres
Sección "Estampillas"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 153
Foto: máquina Corona" portátil (1921),
modelo idéntico al que usó Luis Vidales
para escribir Suenan Timbres.


Nota bene: Las máquinas de escribir propias del poeta fueron siempre portátiles, aunque en sus diferentes trabajos usó, naturalmente, máquinas mayores. Escribió Suenan Timbres en la primera máquina que compró en 1921, una portátil "Corona", que mantuvo en su poder hasta 1930. Entre 1931 y 1949 usó una portátil "Royal". En 1950 compró una "Olivetti" de la cual no estuvo muy contento. La remplazó a fines de 1952 por una "Hermes" con la cual vivió todo su exilio en Chile, hasta 1964, fecha en que me la dio como obsequio en mi cumpleaños número 25. Esa "Hermes" estuvo a mi servicio, en muchas tareas políticas clandestinas, hasta 1967, cuando me la robaron los guardianes de la ley y el orden, en Uruguay. Diez años más tarde, en Colombia, le regalé a mi padre una excelente semiportátil "Brother`s", que él usó con gusto, según entiendo, hasta su muerte en 1990. Esta última máquina está desaparecida desde el fallecimiento de Luis Vidales.

Paisajes ambulantes



   Mr. Wilde ha dicho que los crepúsculos están pasados de moda. Es indudable que se podría disimular ese defecto si los paisajes variaran constantemente de sitio. Eso de ver un paisaje en un mismo lugar -es necesariamente aburrido. Lo contrario sería encantador. Y espectacular. Un grupo de árboles emigrando bajo el cielo. O un árbol que pasara para la selva -solo -recto- sobre sus innumerables patitas blancas.

   Pero entonces la gente inventaría jaulas para cazar paisajes. Y un paisaje dentro de una jaula no debe sentirse contento.


De Suenan Timbres
Sección "Estampillas"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 152

 Ilustración:
"Ocaso cubista en Rapa Nui (Isla de Pascua)",
(Carlos Vidales, 2006)

15/2/14

La preguntona


   La noche cae a plomada. Yo voy fumando mi pipa como suelo. De repente lo noto. El humo hace preguntas y preguntas y preguntas ? ? ? ? Sobre mi pipa tiemblan los signos perfectos. Las gentes empiezan a mirarme. Se ríen. Llega un momento en que me aterro. Indago. La calle está donde debe estar. No se ha ido. El poste está en su sitio. La noche anda cronométricamente. ¿Qué es entonces? Un transúnte se acerca y me dice a risotadas:

- Esa pipa está amanerada, ¡señor!

   No le contesto. Pero siento que en mi alma se desbarata algo. Se acaban los signos. Y lo descubro todo. Es esta maldita alma que se la pasa haciendo preguntas.


De Suenan Timbres
Sección "Estampillas"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 151

Composición gráfica:
Carlos Vidales (2014)
basada en una caricatura
realizada por Ricardo Rendón (1924)

La libertad


Párese el río y cesen sus rumores;
no dé el rosal su rosa conversada;
no hable la bandera sus colores,
quédese la estación estacionada.

Muera el árbol. No se alcen los alcores
y el sabio ruiseñor no diga nada;
la luz no rectifique sus fulgores,
desembárquese el agua ya embarcada.

El sol suspenda su divina serie;
endurézcase el viento, y no lo diga
y el ancho cielo deje la intemperie.

No hable la voz sus altas soledades
¡que la patria dejó de ser amiga
y están sin libertad sus libertades!


(Bogotá, 1948)

Soneto espectral del Hombre Humo


El hombre es humo ¡humo!, me dijeron.
Entre sueño y vigilia alcancé a oírlo.
De sus propias pisadas, sin sentirlo,
¡cuántos en el pasado se perdieron!

¿Dónde están?, inquiero. ¿Qué, pues, se hicieron?
¿Qué soplo puede al hombre diluírlo?
No vino el mudo ámbito a decirlo
ni el viento me contó de los que fueron.

Pedí al cielo la gente devorada
y el inmenso reloj no dijo nada.
Pero de pronto tras el aire siento

la voz de Haroldo Conti en la hondonada
decir: "yo, el diluído, represento
a la nueva progenie evaporada".


(Bogotá, 1982)
Tomado de
Luis Vidales - Obra inédita,
Cuadernos de Filosofía y Letras, vol. V, núm. 3,
julio-septiembre de 1982, p. 84.

Puede una hoja


Puede una hoja darnos la frescura
del mundo. Puede un rayo de sol tierno
hacernos compañía. Y el invierno
puede hablar con el hueso, a grande hondura

de nuestra muerte próxima y segura.
Y es que nada interfiere el sempiterno
discurrir de las cosas, ni el interno
diapasón del dolor y la ventura.

Todo puede ocurrir. Pero sabemos
que hay una ola aciaga a la que vemos
oponerse a esta fuerza sosegada.

La del que busca aniquilar el sueño
y con su sola pretensión de dueño
rompe esta gran belleza gobernada.


Del libro inédito Dimensiones de la patria
(Santiago de Chile 1957-Bogotá, 1982)
Soneto X, tomado de
Luis Vidales - Obra inédita,
Cuadernos de Filosofía y Letras, vol. V, núm. 3,
julio-septiembre de 1982, p. 32.
El libro original
fue robado de la casa del poeta
poco antes de su muerte.

Tan altos como un ser


Tan altos como un ser, los sufrimientos.
La desgracia, de oscuros señoríos.
Y ganando a la vida en poderíos,
la simiente del odio y sus sarmientos.

Se olvidaron las nubes y los vientos.
Las nevadas, la espuma, los rocíos.
Aquella llave de oro de los ríos.
En el cielo del humo, los cimientos.

Era el aire una fauce que se cierra.
Seca la vida. Secos los rebaños.
Tierras solas, inmensamente pobres.

Y en esta sequedad de cielo y tierra,
desde el terrón del ser caían los años
secos. Y los cadáveres salobres.


Del libro inédito Dimensiones de la patria
(Santiago de Chile 1957-Bogotá, 1982)
Soneto IX, tomado de
Luis Vidales - Obra inédita,
Cuadernos de Filosofía y Letras, vol. V, núm. 3,
julio-septiembre de 1982, p. 32.
El libro original
fue robado de la casa del poeta
poco antes de su muerte.

Alguien vino


Alguien vino a mi casa entre los muertos.
¿Lo trajo acaso la vagante brisa?
¿Llegó en la nube que la tarde irisa
o en el olor frutal de nuestros huertos?

Ala del pie lo guía. A pasos ciertos
viene hacia mí. Me abre su sonrisa.
Luz de la patria alumbra su camisa.
Allanó a las distancias sus desiertos.

Alza en el brazo el árbol del trabajo.
¿Quién me trajo al labriego? ¿Quién lo trajo?
¿Cómo vino a mi mente el sorpresivo?

Luego se va del claro entendimiento.
Pero me invade un súbito contento.
Alguien vino a decirme que está vivo.


Del libro inédito Dimensiones de la patria
(Santiago de Chile 1957-Bogotá, 1982)
Soneto VIII, tomado de
Luis Vidales - Obra inédita,
Cuadernos de Filosofía y Letras, vol. V, núm. 3,
julio-septiembre de 1982, p. 31.
El libro original
fue robado de la casa del poeta
poco antes de su muerte.

Tiempos fueron


Tiempos fueron aquellos de bonanza.
El lento y suave huso de los años
hilaba los seráficos rebaños
y la tela del lirio y la esperanza.

Brillaba en la celeste gobernanza
la noche millonaria. Los peldaños
de todos los humanos desengaños
no impedían lograr la bienandanza.

Pero de pronto el cielo fue pequeño
para el aciago día. En campo inerte
gritó en el ser la libertad perdida.

Y fue tan rudo el destructor empeño
que sola, del tamaño de la muerte,
en honda soledad quedó la vida.


Del libro inédito Dimensiones de la patria
(Santiago de Chile 1957-Bogotá, 1982)
Soneto VI, tomado de
Luis Vidales - Obra inédita,
Cuadernos de Filosofía y Letras, vol. V, núm. 3,
julio-septiembre de 1982, p. 30.
El libro original
fue robado de la casa del poeta
poco antes de su muerte.

8/2/14

La ciudad infantil


   Pasaban los hombres manejando sus coches, sus trenes, sus tranvías, sus automóviles.

   ¿Qué era lo que hacían?

   Jugaban.

   Iban en sus juguetes grandes.

   Seguían siendo niños.

   Y volaba y volaba la gran juguetería de ruedas.

   ¡Ah! ¡La ciudad infantil!


De Suenan Timbres
Sección "Estampillas"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 150

Foto: la Plaza de Bolívar en 1921,
fotógrafo no identificado.

6/2/14

El ángulo facial


Cuando me lo presentaron le dije con inquietud:

- ¿Pero qué hizo usted su ángulo facial?

La boca, la nariz, los ojos, las orejas, fuera de su sitio, aparecían amontonados en su rostro.

-Señor- me dijo el hombre de boca vertical-. Una vez un prestidigitador me escamoteó el ángulo.

Desde entonces sé que, como los paraguas, los rostros tienen una armzón. Y que la armazón de los rostros es el ángulo facial.

De Suenan Timbres
Sección "Estampillas"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 149

 Ilustración: "El ángulo facial",
(Carlos Vidales, 2014)
dibujo a tinta china y acuarela
a partir de una foto (1926) del poeta.

4/2/14

Santología


¡Oh! ¡Y el trabajo que me costó descubrirlo. Sucedió que yo estaba mirando al santo. ¿De dónde provendrían esos reflejos que lleva en la cabeza? Y de golpe. Cuando menos lo esperaba. Los santos usaron sombrero de copa. ¡Claro! Y un día -al descubrirse- les quedaron en la cabeza los reflejos del sombrero de copa.

De Suenan Timbres
Sección "Estampillas"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 154


Imagen: San Justino Mártir el Filósofo (circa 100/114 - 162/168),
napolitano de origen griego, sacrificado por sus opiniones,
pues fue denunciado a las autoridades por el cínico Crescencio,
con quien mantenía una polémica doctrinaria.
Lo pongo aquí, con "los reflejos del sombrero de copa",
porque mi padre admiraba a los primeros cristianos
que supieron dar la vida por sus ideas y que sufrieron martirio
a causa del malhadado "delito de opinión",
por el cual tantos millones de seres humanos, cristianos o no,
hemos debido sufrir cárcel, persecuciones y exilio,
cuando no la misma muerte.


3/2/14

Los dos gatos



   El gato y su sombra. Son dos gatos -pero en la realidad no es más que uno. Esto me explica la divinidad. La sombra es un gato más enigmático. Es más gato. Así debieran ser todos los gatos. Untados a la pared. Sería bello verlos andar. Entonces tampoco podría dejar un gato arqueado de señal hasta donde he leído. Pero podría detenerlo en la pared y fijarle debajo un pequeño tomito de almanaque. Un almanaque es un pequeño tratado de filosofía. He intentado hacer una definición. ¡Es tan peligroso! Pero -afortunadamente para mi- el gato ha desbaratado mis ideas -de un salto- y se ha echado en la poltrona -sobre su sombra.

   De un envoltorio de piel -que parece como si una mujer lo hubiera dejado sobre la poltrona- sube una musiquilla constipada.

   Ahora ha quedado en silencio. He visto la musiquilla desteñirse en el aire como un color.

De Suenan Timbres
Sección "Estampillas"

2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 155

Composición gráfica:
Carlos Vidales, 2014